El arquitecto más osado de Bolivia

Su arquitectura ha sido llamada Neo-Andina y "Altiplánica Psicodélica". Freddy Mamani Silvestre, el arquitecto boliviano cuyos sellos son los colores fuertes y la iconografía andina, prefiere llamarla arquitectura andina de Bolivia. Independientemente de los calificativos, el estilo está dejando huella. El arquitecto ha sido objeto de reportajes en diversos medios, desde Quartz y Curbed hasta The Guardian y la BBC. Su trabajo también ha sido destacado en una exhibición de la Escuela de Arquitectura de la Asociación Arquitectónica de Londres y un documental titulado Cholets. "Cholet" es una combinación de "cholet" y "cholo”, que en Bolivia y otros países de América Latina se refiere a una persona de ascendencia europea e indígena. Dependiendo del contexto, "cholo" puede tener una connotación peyorativa. La singularidad de los diseños de Mamani provoca fuertes reacciones. Incluso una reciente mención de su arquitectura en la página en Facebook de Mansion Global generó un debate encendido. Algunas personas lo calificaron de innovador mientras que otras describían sus edificaciones como de mal gusto. Mamani, de 42 años, estuvo expuesto a la arquitectura desde una temprana edad. Cuando era solo un niño, su padre, quien después se convirtió en maestro de primaria, lo llevaba a su trabajo temporal en obras de construcción. De adolescente, Mamani volvió por su cuenta a la construcción como ayudante. Obtuvo su educación formal en arquitectura en la Universidad Boliviana de Informática, de donde se graduó en 2010. Pocos años después, empezó a desarrollar su estilo distintivo.

El arquitecto conversó recientemente con Mansión Global sobre lo que inspira sus diseños y lo que piensa del controvertido término “cholet”. A continuación, fragmentos editados y condensados de la entrevista para dar claridad: MANSION GLOBAL: ¿Cómo describiría su estilo? MAMANI: Es una arquitectura espontánea. Desde mi punto de vista, es una nueva tendencia con identidad. Tengo dos elementos esenciales, el primero son las iconografías andinas (de la ciudad pre-colombina) de Tiahuanaco y luego el color, inspirados en los aguayos, ponchos y polleras. Esos dos elementos hacen una nueva propuesta: arquitectura andina de Bolivia. MG: ¿Qué lo motivó a desarrollar ese estilo? MAMANI: Es como una reivindicación social. En la universidad enseñan la arquitectura europea. No entendemos lo nuestro, me da rabia que no nos enseñen lo nuestro, siempre lo del extranjero. Incluso hay profesores que han estudiado en las mejores universidades del mundo y han aplicado eso en nuestras ciudades, pero no ha habido una arquitectura que nos identifique.

MG: ¿Qué tango participa en la construcción de sus diseños? MAMANI: Desde el diseño hasta la construcción. Nos dan un terreno y en base a eso vamos proyectando el diseño, los planos, la parte decorativa. Trabajo con un equipo de cerca de 200 albañiles, peones, cerrajeros, carpinteros, entre otros. MG: ¿Cuánto cobra por trabajo? MAMANI: Dependiendo de la magnitud, desde US$10.000 a US$20.000 por una vivienda pequeña hasta US$200.000 o US$300.000 por obras más grandes más o menos. MG: ¿Cuántas edificaciones ha realizado hasta la fecha? MAMANI: En la onda de la arquitectura andina, más de 60 en El Alto. En todo Bolivia más de 100. En Juliaca, Perú, he hecho un salón y en Cobija, Brasil, una discoteca. MG: ¿Qué opina del término ‘cholet’ con que usualmente se refieren a sus construcciones? MAMANI: Lo que más me molesta es la palabra cholet. No sé por qué lo dirán. La arquitectura no se puede llamar cholo, es arquitectura andina. De niño he vivido en el campo, me han dicho campesino, indio, pero no soy cholo. MG: ¿Qué responde a las críticas que dicen que su estilo no es representativo de Bolivia? MAMANI: Representa a Bolivia porque está fusionando los elementos de nuestras raíces, los colores intensos de nuestra cultura, rescata nuestra identidad.