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Ámsterdam, una ciudad sin muchas pretenciones

La capital holandesa ofrece viviendas de alta gama ricas en historia pero de bajo perfil

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Tras un bajón de seis años, el mercado de bienes raíces de alta gama en Ámsterdam ha empezado a repuntar. En la foto, el canal de Nieuwe Prinsengracht.

Herman Van Heusden para The Wall Street Journal
Tras un bajón de seis años, el mercado de bienes raíces de alta gama en Ámsterdam ha empezado a repuntar. En la foto, el canal de Nieuwe Prinsengracht.
Herman Van Heusden para The Wall Street Journal

Como sus tulipanes, el mercado de bienes raíces de alto valor en Ámsterdam está floreciendo. Tras un bajón de seis años que vio los valores de las propiedades caer en hasta 20% entre 2008 y 2013, los precios en las zonas más acaudaladas de Ámsterdam han empezado a repuntar. En el último año, algunas áreas experimentaron aumentos de 10%, según Statistics Netherlands, que monitorea los precios de la vivienda. El precio de la propiedad promedio en la ciudad es de 272.438 euros, o alrededor de US$300.000. En algunas zonas, los valores incluso han regresado a los niveles máximos previos a la recesión. La recuperación se debe en parte al posible rendimiento que los inversionistas pueden obtener de los bienes raíces en relación a lo que los bancos pagan por depósitos, dice Kees Kemp, un socio de Broersma, una consultora inmobiliaria. “Las personas no están obteniendo ningún interés de los bancos, y confían menos en los bancos, así que han decidido invertir en bienes raíces”, dice Kemp, en referencia a los miles de millones de euros que Holanda invirtió en rescates bancarios durante la recesión. Las zonas más aspiracionales de la ciudad para solteros y parejas son aquellas a lo largo de los canales, donde la mayoría de las casas han sido subdivididas en apartamentos que se venden por alrededor de US$8.816 por metro cuadrado. “A la gente le encanta el ambiente histórico y el hecho de que están cerca de la ópera de Ámsterdam y los museos”, dice Kemp. Otro beneficio, añadió Barbara van der Grijp, directora gerente de la agencia de bienes raíces Engel and Völkers en Ámsterdam, es que los propietarios de casas a lo largo de un canal pueden solicitar una licencia, por un costo anual aproximado de US$1.100, para anclar un pequeño bote para uso recreacional alrededor de la ciudad. Un ejemplo de estas viviendas es una frente al canal Herengracht que data de aproximadamente 1740. La propiedad de 435 metros cuadrados tiene cuatro dormitorios y tres baños, pisos de mármol y chimeneas. Su precio es de casi US$3,1 millones, según la agencia CSV Makelaars. Fuera de los canales, las familias buscan más espacio, así como los mejores colegios de educación primaria, en la zona sur del Vondelpark, el Central Park de Ámsterdam. Esta zona es popular sobre todo entre los trabajadores extranjeros, por su proximidad a colegios internacionales. Además, hay una gran oferta de cafés y boutiques de alta gama. En general, el mercado de lujo de Ámsterdam es diminuto. Solo alrededor de 60 casas con precios de US$2,2 millones o más son vendidas cada año en la ciudad, dijo Kemp, un afiliado de Knight Frank en Ámsterdam. Además, es un mercado principalmente local. Kemp señala que alrededor de 75% de los compradores son holandeses, y tienden a hacerle honor a su fama de precavidos y algo reservados. Los holandeses “generalmente están menos preparados para pagar por lujo”, dice Kemp. “No están dispuestos a pagar por cosas como conserjería o gimnasio”. Los extranjeros que sí invierten en la ciudad tienden a ser aquellos que trabajan allí y no tienen restricciones para comprar. Existe un impuesto a la compra de 2% además de una comisión de 1,5% para el agente de bienes raíces. Los vendedores también pagan a su agente, pero no hay impuesto a la ganancia. Aunque sí hay un gravamen a la renta anual, que se cobra según el tamaño de la propiedad, entre US$11 y US$16 por metro cuadrado aproximadamente. Charles Grayson, un agente de la firma inmobiliaria 27 Huis, predice que más extranjeros sucumbirán a los encantos de Ámsterdam, sobre todo ante la debilidad del euro. “Es seguro; no cierro mi casa con llave”, dice Grayson. “Es un estilo de vida único para una ciudad”.